Velorio Ritual/Ritual Wake
Emilio Mendoza

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para Clarinete Bajo, Violoncello, Pianoforte
(opcional para Saxofón Barítono)

1992 / 9 min. 03 sec.
  

Portada interior por: Johanna Vogelsang, Las Vegas.

Partitura

Serie Músicos Venezolanos de Vanguardia 2  Velorio Ritual, Caracas: Fundación Vicente Emilio Sojo, 1995. Depósito Legal: CP 158951. Disponible directamente del autor.
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Estreno
en el Crane New Music Festival,  Potsdam College-SUNY, NY, Estados Unidos, 1993.

Distinciones Entrevista
Emilio Mendoza responde a preguntas de un estudiante de Maestría sobre Velorio Ritual.


Grabación

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CD 25 Años - Antología de Compositores de Venezuela I.
Caracas: SVMC, 2002. CD-001, 2002. Depósito Legal: FD 2522002150. Disponible directamente del autor.

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CD Mundos - Emilio Mendoza. Caracas: ArteMus, 1998.
Disponible directamente del autor.

Sobre Velorio Ritual:

El presente velorio se centra en la posible desaparición futura de nuestra especie humana. Considerando que el colapso final de los planetas y estrellas es inevitable con la expansión del universo, nuestra especie humana puede tener todavía una muy larga vida por disfrutar. Sólo, por supuesto, si no persistimos en acelerar nuestra muerte inminente al destruir el único hogar posible en el universo. Esta composición está enfocada en una celebración ritual, es un velorio anticipado de nuestra posible extinción. Puede servir como un recordatorio de este riesgo, ofreciendo un espacio para reflexionar sobre las maneras que podemos contribuir en prevenir una desaparición prematura de la humanidad, la extinción final de la vida misma.

Los velorios son momentos especiales en nuestra sociedad donde todos nos reunimos, callados o hablando en voz baja, detenemos nuestro día a día con los apuros vivenciales, el tiempo se alarga y nos ponemos a pensar y recordar sobre el difunto que velamos, sobre la familia, amigos, seres queridos, sobre la vida, sobre los valores que conservamos como grupo de seres. Este ritual de velorio es un tiempo que nos aporta la música para soltar el hilo de la vida y pensar cómo podemos mejorar la existencia, de nosotros y del mundo donde existimos.

La música fue inspirada en dos tradiciones de entierros: Las celebraciones de los wake-keeping que el autor asistió durante su investigación de campo en Kokrobitey, Ghana, África Occidental, septiembre - diciembre, 1981. En este ritual, el cuerpo muerto es velado durante la noche antes de su entierro, con una fiesta masiva donde coexiste la ejecución de instrumentos, la danza, cantos rituales y festivos. El bambuco “Obra Dios por el Hombre” del pueblo de San Lorenzo, Provincia de Esmeraldas, Ecuador, que es ejecutado en entierros. Velorio Ritual puede ser ejecutada en cualquier situación de entierro, real o de ficción, con objetos o comportamientos de velorio, urnas, candelabros, flores, incienso, vestidos negros, luces bajas, anteojos oscuros, bebidas alcohólicas, café, galleticas, sopita o simplemente como música en un concierto normal de tipo occidental o en grabación distribuida.

Eventos importantes, especiales y extraordinarios en nuestras sociedades se llevan a cabo a través de rituales y la actividad musical ha sido un compañero constante de ellos, ya sea en ejecución o en el acto de la escucha colectiva. En muchas culturas del mundo, la transformación de un ser vivo al estado de muerte se ha tratado como un paso hacia un lugar diferente, hacia lo desconocido. El ritual de la muerte, que en esta composición se asume como un "velorio", es básicamente un ritual de despedida, resumiendo en este sentido todas las situaciones de entierro. El ritual de velorio se convierte en un momento de profundidad y reflexión donde los seres humanos que aún están con vida, se quedan con la certeza de que la muerte es una vez más presente como una verdad innegable. En este sentido, la noción de por lo menos dos mundos como parte de la vida misma se concibe y el ritual se convierte en el umbral o ventana para el proceso de pasar entre estos dos lugares de nuestra existencia y no-existencia.

La música parece ser capaz de permitir que rocemos emocionalmente ese otro mundo, donde asumimos que todavía existe el ser fallecido de alguna manera después de desaparecer del mundo real, resultado de nuestro terco rechazo del estado terminal biológico que sustenta la existencia. Por lo tanto, el paso a la muerte puede ser considerada como una recreación sin esperanza de la necesidad de vivir. En este punto, la composición Velorio Ritual, como se explica arriba, trata en última instancia con la situación de nuestra especie donde nuestro paso hacia el estado de muerte se trunca por la extinción, es decir, la condición en la cual todos los seres humanos desaparecen del dominio de la vida, y la vida misma muere.

Fue estrenada por el Crane Contemporary Ensemble en el Crane New Music Festival, Snell Hall, Crane School of Music, Potsdam College-SUNY, Potsdam, NY, Estados Unidos, 27/4/1993. Recibió la Mención Honorífica, Premio Nacional de Composición, Caracas, Venezuela, 1992 y fue publicada por la Fundación Vicente Emilio Sojo (FUNVES), Caracas, 1995, dentro de la serie "Músicos Venezolanos de Vanguardia". La producción de la partitura fue posible gracias a un subsidio de la Research Foundation of the State University of New York, y a la asistencia de la Office of College Relations, Potsdam College - SUNY, Potsdam, NY. Su grabación apareció en el disco compacto de la Sociedad Venezolana de Música Contemporánea SVMC, 25 Años - Antología de Compositores de Venezuela I, Caracas: SVMC, 2002.

Está dedicada a mi tío Ing. Jaime Mendoza quien me ayudó durante mis estudios de doctorado en Washington, DC, con una beca de $150 mensuales. Una coincidencia estraña ocurrió cuando la partitura recién impresa fue recogida de la imprenta en Caracas, 1995, a las 8:00 am y recibí una llamada luego de cargar las cajas en el carro, que mi tío había muerto y en el mismo día era el entierro de mi tío. Llevé las cajas a su velorio justo a tiempo y pude colocar la primera partitura dentro de la urna cuando iba a ser descendido a tierra. ¡Gracias, Tío!


About Ritual Wake:

The present wake is focused on the possible future disappearance of our human species. Considering that the final collapse of the planets and stars is unavoidable with the expansion of the universe, our human species may still have a very long life to enjoy. Only, of course, if we do not persist in accelerating our ultimate death by destroying our only possible home in the universe. This composition is focused on a ritual celebration, an anticipated wake for our possible extinction. It may serve as a reminder of this risk, providing a space intended to devote some thoughts on the ways we may contribute to prevent a premature disappearance of mankind, the ultimate extinction of life itself. Wakes are special moments in our society when we all get together, silently and speaking softly, stop our everyday lives with existential troubles, time lengthens and we start to think and remember about the deceased one, the family, friends, loved ones, about life and the values we hold as a group of human beings. This ritual is a time which music brings to us in order to release the thread of life and to think about how we can improve our lives and the world in which we exist.

 

The music was inspired by two burial traditions: Celebrations of the "wake-keeping" that the author attended during his field research in Kokrobitey, Ghana, West Africa, from September to December, 1981. In this ritual, the dead body is veiled in the night before his funeral, with a massive party where coexists performance of instruments, dance, rituals and festive songs. The bambuco "Obra Dios por el hombre" of the people of San Lorenzo, Province of Esmeraldas, Ecuador, which is performed in burials. Ritual Wake may be performed in any burial situation, real or fictional, with objects or behaviors typical of funerals, coffin, candles, flowers, incense, black dresses, low lights, sunglasses, alcoholic drinks, coffee, crackers, soup or just as a normal, western-type of concert or distributed recording.

Important and extraordinary events in our societies take place through rituals, and musical activity has been a constant companion to them whether through performance or in the act of collective listening. In many cultures of the world, the transformation of a living being to the state of death is treated usually as a passage into somewhere different, into the unknown. The ritual of death, which in this composition is assumed as a “wake,” is basically a farewell ceremonial resuming in this sense, all burial situations. The ritual wake becomes a moment of profoundness and thoughtfulness, since the humans that are still with life are left with the certainty that death is once again present as an undeniable truth. In this sense, the notion of at least two worlds as part of life itself is grasped and the wake becomes the threshold or window for the process of passing between these two places of our existence and non-existence.

Music seems to be able of allowing us to emotionally sense this other world, where we assume that the dead person still exists in someway after disappearing from our known reality, as a result of our stubborn rejection of the terminal biological state that sustains existence. Therefore, the passage into death can be considered as a hopeless recreation of the need to live on. In this point, the composition Ritual Wake, as explained above, deals ultimately with the situation in our species where our customary “passage” into the dominion or state of death is truncated by extinction, that is, the condition in which all human beings disappear from the dominion of life, and life itself dies.

It was premiered by the Crane Contemporary Ensemble in 1993, within the Crane New Music Festival, State University of New York College at Potsdam, NY, USA, on the 27th of April, 1993. It received the Venezuelan National Composition Prize in 1992 and its score was published by the Fundación Vicente Emilio Sojo (Funves) in the series "Músicos Venzolanos de Vanguardia," Caracas, 1995. The production of the score was possible by a grant form the Research Foundation of the State University of New York and the assistance of the Office of College Relations, Potsdam College - SUNY, Potsdam, NY. It appears in the first CD of the Venezuelan Society for Contemporary Music (SVMC), "25 Años - Antología de Compositores de Venezuela I," 2002.

It was dedicated to my uncle Ing. Jaime Mendoza who helped me financially during my Doctor's Degree studies in Washington, DC, with $150 monthly. A strange coincidence occurred when the score came out from the printers in Caracas in 1995, and I went to pick it up at 8:00 am, and after putting the boxes in the car I was called and informed that my uncle had died and that he was to be buried on the same day. I took the boxes straight to his wake and the first printed score from the box was put inside his coffin just in time before he was lowered down to earth. Thank you, Uncle Jaime!